La presente obra se centra en la fundamentación racional de una ética positiva de la libertad. Según el autor, la economía puede ciertamente contribuir en gran medida a la defensa de la libertad individual, pero no es capaz de implantar por sí sola u ...
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La presente obra se centra en la fundamentación racional de una ética positiva de la libertad. Según el autor, la economía puede ciertamente contribuir en gran medida a la defensa de la libertad individual, pero no es capaz de implantar por sí sola una auténtica filosofía política. Para emitir juicios políticos se requieren juicios de valor, por lo que la filosofía política es necesariamente ética y, por tanto, es preciso implantar un sistema ético positivo para poder defender con sólidos argumentos la causa de la libertad.
La clave de esta teoría ética es la clara delimitación de los derechos de propiedad, que el autor realiza en la línea clásica del derecho natural, y concretamente el derecho que la persona tiene a poseerse a sí misma y disponer de su ser y todo aquello en que imprime el sello de su acción. Sobre esta base analiza problemas éticos fundamentales como los derechos de los niños, la genuina teoría del contrato como transferencia de títulos de propiedad, las espinosas cuestiones de la aplicación de la ley y el castigo, y muchas otras.
CITAS:
Nuestra conclusión es que un mercado libre como el alabado por los utilitaristas, basado en el reconocimiento de todos los títulos de propiedad actualmente existentes, es nulo y éticamente nihilista.
Sólo el Estado consigue sus ingresos mediante coacción, amenazando con graves castigos a quienes se nieguen a entregarle su parte. A esta coacción se la llama «impuestos», aunque en épocas de lenguaje menos refinado se la conocía con el expresivo nombre de «tributos».
Al igual que el chantaje, también el soborno tiene una unánime mala prensa y existe la opinión generalizada de que se le debe declarar ilegal. Pero ¿es esto necesariamente así?